Este libro, que reúne casi la totalidad de las notas periodísticas publicadas por Walsh, se titula así porque el autor, en un texto autobiográfico, escribió que en 1964 había decidido que de todos sus oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más le convenía. "Volver a leer el periodismo de Walsh es encontrarse con una mirada sobre su tiempo, a menudo generosa, frecuentemente ácida, pero nunca recargada por el discurso. Escribió con una franqueza que en su época causaba tanto estupor como ahora al releerlo", dice en el prólogo a esta edición Rogelio García Lupo. Y añade que sus textos siguen siendo una lectura apasionante treinta o cuarenta años o más después de haber sido escritos, y aunque la actualidad sea cada vez más remota o haya desaparecido, algo que no puede explicarse sólo porque Walsh fue un gran escritor: grandes escritores no pudieron superar la muerte de su prosa periodística una vez que perdieron actualidad. La clave está en que Walsh nunca renunció a la regla fundamental del periodismo, y la información sigue siendo uno de los resortes que despiertan el interés del público.