Hace cuatro siglos que Athos vaga por las tabernas de París. Vive en sus sueños, en el mito que ha construido en torno a sí y sus tres antiguos compañeros. Pero la inmortalidad puede ser un castigo cuando los vapores del alcohol se disipan y emerge la amarga realidad. Athos ya no es el héroe que fu, y el mundo de hoy pasa de los héroes. El honor, la gloria y sobre todo la amistad, todo lo que daba sentido a su vida, los perdió hace tiempo...