Es un libro de poesía con gran calidad literaria. En él se mezclan la experiencia, ciertos toques budistas y un gran manejo de la lengua que hacen de él un poemario atrayente que deja poso en el lector.
hace 9 añosMe llamo Juan Manuel, como un hijo mío, como mi padre y como un trovador que le cantaba, acompañado de una guitarra, a mi abuela bajo el balcón. Un Juan Manuel a quien no permitieron ser mi abuelo (pobre Ramón). Nací en febrero junto a la playa nevada de un Sitges por aquel entonces entregado a la pesca, al arte y a un incipiente turismo. Escribo poesía desde los ocho años aunque, sistemáticamente, he ido destruyendo todo lo que para mí quedaba atrás. A raíz de una experiencia de vida y a una pasión por lo místico, seguidas por una búsqueda obsesiva de otras realidades o de la verdad que justificase los acontecimientos que provocaban la creencia de que era una víctima, nació El Loco. El Loco, como forma de autobiografía del nacimiento de un nuevo Ser que, a intervalos, residía el Nirvana o visitaba el Infierno. Escribir, entonces, no era un acto de voluntad, era un retortijón místico que me obligaba a garabatear en un papel palabras y versos que escribía de corrido y acababa cuando acababa. Entonces, leía lo escrito y a veces me sorprendía, pues lo escrito no era premeditado. Rumí decía: «Bendito sea el poema que viene a través de mí, pero no de mí». Está llegando un otoño, el mío, y he recogido una serie de poemas de estos últimos años como quien recoge hojas del camino.
Es un libro de poesía con gran calidad literaria. En él se mezclan la experiencia, ciertos toques budistas y un gran manejo de la lengua que hacen de él un poemario atrayente que deja poso en el lector.
hace 9 años