Verdaderas catastróficas desdichas son las que sufren los protagonistas de estas dos novelas, los desafortunados huérfanos Baudelaire: Violet, la mayor, ingeniosa y valiente; Klaus, inteligente y ávido lector, y la pequeña Sunny, cuyo personal vocabulario sólo sus hermanos entienden. Sus historias las relata el ínclito Lemony Snicket, que ha asumido, no se sabe muy bien por qué aunque corren inquietantes rumores, la tarea de investigar todas las aventuras y desventuras de los Baudelaire. Y éstas empezaron cuando se vieron arrancados de cuajo de su idílica vida al perder a sus padres en un misterioso incendio; desde entonces su pérfido tío, el conde Olaf, el mago de los disfraces, los persigue sin descanso para robarles su herencia. Y van a caer en El hospital hostil, que, como no tardarán en comprobar los huérfanos Baudelaire, tiene más de hostil que de hospital. Ni un respiro pueden darse porque apenas se creían a salvo de su anterior peripecia cuando Violet es capturada por la novia del conde Olaf. Olaf, infiltrado en el hospital con otro de sus disfraces –que engañan a todos salvo a los hermanos–, planea entonces hacerle una craneotomía (más vale no entrar en detalles de la operación) a la pobre Violet, de manera que Klaus y Sunny se las verán y desearán para rescatar a su hermana de tan aciago destino y reemprender, una vez más, su huida.