Resumen

Los ejércitos de los Tres Inmortales, con sus hordas de esclavos, se enfrentan entre sí cada vez que los soles convergen, en una guerra cuyo origen nadie recuerda. J’on, perteneciente a la raza de los chninkels, logra sobrevivir y es elegido por U’n, el creador de los mundos, para poner fin a esa guerra eterna. J’on es dotado de un Gran Poder y se convierte, sin quererlo, en el esperado Mesías que cambiará el curso del mundo para siempre.

1 Críticas de los lectores

Rosincki y Van Hamme son conocidos fundamentalmente por ser los autores de Thorgal, las magníficas aventuras del vikingo, hijo de las estrellas, que lleva ya años con nosotros —recientemente, además de seguir la serie en activo, aunque con nuevos autores en cartera, Norma reeditó todos sus volúmenes en cartoné—, y que son un éxito de ventas y referente ineludible del cómic franco-belga.
Pero fuera de Thorgal, Van Hamme y Rosincki han colaborado en otros proyectos, alguno de ellos tan interesante y redondo como El gran poder del Chninkel, una obra con menos tirón comercial que Thorgal, en historia autoconclusiva, más experimentalista, y que originalmente se publicó en blanco y negro. Pero su éxito, aunque no fue tan rotundo como Thorgal, lo fue sobre todo en crítica: es uno de los mejores cómics de la dupla, y por extensión del noveno arte. Sin discusión.
La nueva edición de Norma, en un cuidadísimo tomo único, es una gozada. Y es, además, algo necesario. Lo hace en color, gracias a la edición coloreada posterior a la original que, inexplicablemente y más de una década después de su aparición en Francia, aún no se había reeditado como tal en España. Aunque podría haber discusiones de puristas, personalmente soy de la opinión de que el color, al menos en el modo en el que aquí se ha aplicado, mejora y pone en valor el extraordinario dibujo de Rosincki. En conjunto, y atendiendo al apartado gráfico dentro del contexto de esta edición, El gran poder del Chninkel es un volumen hermoso y fascinante, donde cada página seduce con su propia atmósfera e imaginación.
La historia en sí no se queda atrás. Es una suerte de recolección de distintas fuentes, desde El señor de los anillos a Kubrick, conformando una epopeya que se desliza desde lo mítico y heroico a lo espiritual y religioso, sin dejar de lado cierto coqueteo con la ciencia ficción. En este juego de géneros e intertextualidad se encuentra uno de los puntos fuertes de la historia de J’on, el pequeño de raza chninkel, una raza oprimida y esclavizada en un mundo de fuertes guerras, pero que es señalado por el destino como quien ha de llevar la paz y salvación a su mundo. Desde su epifanía hasta la resolución, la estructura es la del viaje de autodescubrimiento y culminación del destino, con los distintos personajes —la recolección de secundarios es maravillosa— como centros de interés para cada etapa/capítulo del camino.
Más allá de la fantasía heroica, o de las lecturas que se pueden extraer del guion tan bien armado por Van Hamme —al que Rosincki saca el mejor partido—, lo mejor de El gran poder del Chninkel es la gran dosis de humor y erotismo de la que hace gala. El propio protagonista, J’on, desvía una y otra vez su camino mesiánico por sus propias apetencias sexuales, encarnadas en la encantadora y exuberante G’wel, la chninkel que rescata. Añadido a la grandilocuencia de la historia, aportando el justo grado de distanciamiento e ironía, El gran poder del Chninkel resulta una lectura tan grata como gratificante.
No es esta obra, por tanto, una novedad, sino una reedición necesaria y muy bien hecha de un cómic que ya se había hecho su hueco como uno de los mejores jamás escritos y dibujados. Solo por eso no es el mejor cómic del año, de este año. Pero bien podría serlo. Y es desde ya elemento imprescindible en cualquier comicteca que se precie. (Carlos Cruz, 6 de marzo de 2017)

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