De la imagen de la cultura contemporánea es responsable, en buena parte, el diseño gráfico. Por ahora, ya participa en la escritura tipográfica y en la simbología de la representación, en la identificación, la señalización y orientación de redes varias y de transportes, en la presentación y uso de productos de consumo, en los cuadros de mando y envases, embalajes, interfaces y softwares… Así las cosas, la ligereza con que en los años 80 se despachó la progresiva incorporación del diseño a la comunicación visual –desbordando todas las previsiones– con el sambenito: «¿estudias o diseñas?», se ofrece de nuevo a la audiencia, veinte años después y tras la incorporación del ordenador a todas las mesas de trabajo, estudio y entretenimiento de los componentes de la audiencia global, haciéndonos a todos un poco diseñadores y recalificando la vieja difamación en consigna transversal de futuro: «¡estudias y diseñas!».