Este libro es un compilado que habla de pérdidas, sueños rotos, del paso inexorable del tiempo que va dejando tras sí una siembra de nostalgias; un diálogo concéntrico de imágenes escritas, asomado desde la clavícula, que ha enronquecido notoriamente desde que dejé un hogar atascado en cajas, mis plantas, mis ventanas; la voz de mis hijos detenida en relojes. A través de un juego de palabra y forma, representa el movimiento de la vida, de los instantes en el lenguaje extraño de las evocaciones. Aterriza en un “ahora” colmado de imaginación, donde habitan laberintos, arañas, rincones y trenes que nos llevan hacia lo que no tenemos, lo que quizás nunca tuvimos; sueños que no nos abandonan, y la sola idea de alcanzarlos, de regresar, nos vuelve plenos. La añoranza en este sentido, es un camino que nos lleva a desarrollar el futuro, poniendo en relieve nuestras capacidades. Nos hace buscar lo inexistente, mostrándonos la maravilla de nuestros movimientos. En estas páginas se encuentra todo lo anterior: un camino cerrado, uno por andar y el turbulento sonido del río que los une.