II Premio de Poesía Emilio Prados 2001. El sol septentrional, su luz de vidrio, la helada simetría del paisaje. Y yo he perdido el hábito de las palabras. Brillan en la melena de un año escolar gris. Hay una sombra azul en la fábrica vieja, un silencio de luces prematuras en las casas del centro. Sin sonido, la vida se desnuda. En mi ciudad no hay lentitud: aún será de día, un día claro para veraneantes de la Europa del norte. Cuando vuelva –no sé, me precipito- habrá cambiado algo, estoy en una edad de despedidas.