El conflicto mundial había terminado y Franco seguía en el poder. Nadie lo había derribado. Tras la victoria aliada, la oposición antifranquista mantuvo sus esperanzas en un retorno del régimen democrático republicano. Confiaban en que el triunfo de la democracia occidental no consintiera la pervivencia de un gobierno que tan implicado había estado con Alemania e Italia. Aquella zona de guerra en la que se convirtió el noroeste peninsular durante el conflicto mundial será escenario de los intentos de la oposición antifranquista por acabar con la dictadura en los albores de la Guerra Fría. Derribar a Franco se convirtió en el objetivo.