Me cuesta asimilar que, después de casi 30 años de democracia, nadie haya colocado un recuerdo, una lápida, en homenaje a aquellos más de trescientos alicantinos que perdieron la vida en el bombardeo del Mercado de Alicante, el 25 de mayo de 1938. Y me cuesta también comprender que no se haya escrito un solo libro sobre aquella pavorosa y terrible matanza indiscriminada, y que cuando se citan los momentos más trágicos de nuestra incivil contienda se omita este hecho. Ahora ya, no. Miguel Ángel Pérez Oca lo ha hecho posible. En su esfuerzo encontró siempre la ayuda de los alicantinos, que a través del programa Alicante, hoy por hoy le llevaron sus recuerdos, sus memorias del que seguramente fue el día más negro, duro y trágico de la historia de Alicante.