París asediado por las bombas alemanas durante la segunda guerra mundial es el escenario histórico de La ronda de noche. Sobre las ruinas del orden anterior, un grupo de gángsters, prostitutas, ex-polizontes y marginados negocia con materias primas y vidas ajenas. La ronda de noche es el movimiento pendular de una traición que hace de todos víctimas y cómplices a la vez. La perspectiva, cínica, pesimista y hasta cierto punto lúcida, del narrador alcanza por igual a quienes abandonan París porque tienen algo que perder, a los que deciden quedarse con la esperanza de resistir o de beneficiarse y a los que, como el protagonista, no tienen nada que perder ni ganar en ningún caso. En este espacio habitado por la desolación y el sarcasmo, la inocencia queda reservada a quienes no pueden hablar, ni ver, ni oír. Los demás, los que no son mudos, ni sordos, ni ciegos, son en mayor o menor medida víctimas, pero también cómplices de cuanto sucede.