Cada vez me gusta menos el personaje de Víctor Ros. Va de tolerante cuando es un intolerante, es condescendiente, engreído y muy poco humilde. Y tan inteligente y perspicaz como es a veces actúa como un tonto de baba. Sabe que se está metiendo en una trampa y simplemente se adentra en ella más y más, ¡y luego va repartiendo culpas de que han muerto veinte soldados inocentes!. Luego sospecha que Zorita en un traidor y cuando se lo encuentra inconsciente el la selva no le quita el arma antes de despertarle... Vamos que tonto profundo.
Hablando de inconscientes, he perdido la cuenta de las veces que el personaje pierde la conciencia en éste libro, un poquito de variedad por favor.
Luego todo el asunto de la momia es completamente absurdo. Un solo tío tiene que desnudar un cadáver, cambiarse la ropa con él, sacar una momia del sarcófago, desliarla con cuidado para no romper el vendaje y vendar el cadáver con unas vendas de hace tres mil años a toda prisa y sin saber nada de momias. Joder, no haría falta ser egiptólogo luego para ver que se ha hecho la sustitución de un cadáver seco y eviscerado por un cadáver fresco y corpulento envuelto de cualquier forma, de hecho no haría falta ni haber visto la momia de antes. Pero nadie se da cuenta, ni siquiera el McNoSeQué ese que la conoce de antes, absurdo, completamente absurdo.
También hay que decir, aunque no entraré en detalles, que es un libro perfecto para demostrar a aquellos que dicen que la leyenda negra no existe, que no solo existe, sino que la tenemos metida hasta el tuétano.