Cuando Mary le pide a John el divorcio, él accede, pero deja una cosa clara: si tanto lo desea, que se encargue ella de todos los trámites y de buscar otra casa, él se queda con los niños. Desde ese momento nada sale como Mary había soñado: su anhelo por explorar otros horizontes va a chocar una y otra vez contra una realidad obstinada hasta que se vea forzada a plantearse si, en su intento por huir de una vida convencional, no está huyendo en verdad de sí misma. Todo saldrá bien es un retrato mordaz de la conquista de la libertad tras un matrimonio fallido. Incisivo ajuste de cuentas con las limitaciones de la vida en pareja y los roles de género, es igual de implacable con el mito de la buena madre y con el abismo que existe entre las expectativas y los obstáculos que encontramos en el camino.