José Antonio Marina fue la sorpresa editorial de 1992. Su primer libro, "Elogio y refutación del ingenio", ganó el XX Premio Anagrama de Ensayo y meses después el Premio Nacional de Ensayo. "Teoría de la inteligencia creadora" es una muestra, también sorprendente, de una original manera de hacer ciencia, que une la investigación más rigurosa con una exposición literariamente brillante. El autor, que el pasado año ganó también uno de los premios Giner de los Ríos a la Innovación Educativa, confiesa: «Mi ideal pedagógico sería enseñar por artes de encantamiento. La ciencia es, ante todo, seducción.» El presente libro es una innovadora teoría de la inteligencia, que integra los resultados de las ciencias cognitivas: la neurología, la inteligencia artificial, la psicolingüística, la psicología cognitiva, la filosofía. El tema es de urgente interés para todos porque, como dice el autor, «la idea que tengamos de lo que es la inteligencia humana va a determinar la idea que tengamos de nosotros mismos, y esta idea determina lo que realmente somos». Para aplicar la teoría se sirve de dos ejemplos escandalosamente dispares: la «creación deportiva» y la «creación artística». Michael Jordan en el baloncesto, Jack Nicklaus en el golf, Marcel Proust o Rainer Maria Rilke en la literatura, demuestran la deslumbrante flexibilidad de la inteligencia humana. El proceso inventivo es liberado de las nieblas mitológicas y descrito con una inusual precisión y una notable técnica narrativa. Se estudia con gran detenimiento el proceso creador de varios escritores y pintores: Thomas Mann, Paul Valéry, Julien Green, Louis Aragon, Rilke, García Márquez, Monet y Picasso. Como era de esperar, el autor no cree en la inspiración. La conclusión del libro también es chocante: la inteligencia se caracteriza, ante todo, por su capacidad para inventar fines. Crear es inventar sorpresas eficientes. ¿Eficientes para qué? La índole de ese «para qué» va a determinar la índole de la inteligencia. Una inteligencia perversa tendrá sólo la perfecta inteligencia de la carcoma: eficacísima en lo suyo, pero de pocos alcances. "La Teoría de la inteligencia creadora" se prolonga necesariamente en una Ética, considerada como ciencia de los fines del hombre. El hecho de que estas afirmaciones tan abstractas y arbitrarias en apariencia, se deduzcan de los minuciosos análisis de las operaciones intelectuales es uno de los aspectos más sugestivos y polémicos del libro. ¿Tendrá razón el autor al afirmar que la inteligencia será el tema estrella de la ciencia del fin del milenio?