Resumen

La novela se basa en un hecho real, un homicidio sin resolver que se cometió en 1969. En otoño de 2000, Sue Grafton conoció al patólogo que en su día realizó la autopsia y que le contó el caso. Había en aquella historia algo que no la dejaba dormir, así que, haciendo suyas la inquietud y olfato detectivesco de Millhone, en enero de 2001 ya estaba trabajando de lleno en la oficina del sheriff del condado, enterrada bajo pilas de documentos archivados. Corre el verano de 1969, con sus furgonetas llenas de hippies, pantalones acampanados, sexo, drogas y manifestaciones por la paz... pero también una época en la que las investigaciones criminológicas contaban con una tecnología bastante primitiva en comparación con los grandes avances actuales. En una cantera próxima a la autopista la policía encuentra el cadáver en descomposición de una mujer -con las manos atadas, apuñalada varias veces y degollada-. En el curso de la investigación, apenas hay nada a qué atenerse, y el caso queda sin resolver. Dieciocho años después, y a punto de jubilarse, los dos agentes de la ley que encontraron el cadáver querrían al menos identificar a la mujer. Viejos y achacosos, piden ayuda a Kinsey Millhone, pero volver al pasado puede acarrear consecuencias, y lo que comienza como una indagación para averiguar la identidad del cadáver termina siendo la peligrosa búsqueda de su asesino.