Me encanta emocionarme y llorar con una obra de ficción (por desgracia eso no ocurre muy a menudo). ¿He llorado con Peter Pan?... ¡Por supuesto, en el último capítulo! J. M. Barrie consiguió aunar -con mucha naturalidad- una historia de fantasía y aventuras con unos fuertes elementos simbólicos. Obviamente el mayor símbolo es lo que encarna Peter Pan, la infancia: alegría, inocencia y una -gran- dosis de egoísmo. Y el de Wendy: la dependencia, la entrada a la responsabilidad de la madurez y la huella de una relación tan tóxica como felizmente recordada, con una Wendy ya adulta que entre tanta monotonía añora que Peter Pan entre volando por la ventana. Se queda a las puertas de que le de un sobresaliente porque algunos pasajes más "aventurescos" (muy pocos) ralentizan de cierta forma el transcurso de la trama principal. No obstante, algunas "perlas" e ideas ingeniosas que va soltando el escritor a lo largo del libro lo elevan a la categoría de obra indispensable.
hace 5 años