Ruby podría ser como cualquier otra pequeña comunidad de reciente instalación, religiosa, tolerante, trabajadora y ahorrativa aunque no tacaña. Sólo hay dos cosas que le diferencian: la belleza de todos los miembros que la componen —todos ellos negros— y su desconfianza hacia los forasteros. Y es ese recelar de lo extraño, unido al esfuerzo por salvaguardar la armonía de la comunidad, lo que va acrecentando la animadversión de algunos habitantes de Ruby hacia las mujeres que viven en un antiguo caserón situado a pocos kilómetros del pueblo: el convento. En el mundo femenino del convento, Ruby intuye una amenaza horrible, y con esta sospecha decide tomarse la justicia por su mano... pese a que, como señala uno de los personajes de la novela, tal vez, lo que realmente le inquiete sea «la turbulencia de unas mujeres que intentaban domeñar, sin ser pisoteadas, los monstruos que las esclavizaban». Los personajes de Paraíso ejecutan los pasos de una coreografía de gestos osados y contemporáneos, creada por Toni Morrison para expresar, de forma singular y fascinante, lo injusto de la perfección, la reivindicación de la diferencia, el anhelo de la armonía y la realidad de unos sentimientos que intentan quebrar la coraza de las normas impuestas por la sociedad.
hace 9 años