Corre… corre… no te detengas… más deprisa… no mires atrás… el dolor no existe… solo está en tu cabeza… no pienses en él… así, lo estás haciendo muy bien… ¿oyes eso?... ¿lo oyes?... el sonido de un arroyo... el agua siempre lleva a la civilización… ¿no es lo que dicen?… saldrás de esta, te lo juro… Luna es una superviviente. Durante un año no ha visto la luz del sol. Encerrada entre las cuatro paredes de su habitación, ha sobrevivido a base de ansiolíticos, antidepresivos y alcohol. En un último intento por aferrarse a la vida, Luna huye a Cambridge -Boston-, el último lugar que la vio sonreír antes de aquello. Allí se instala en la casa de tía Hortense, una octogenaria muy peculiar cuya amistad es lo único que tiene. Cuando está a punto de rendirse, consigue un empleo como reponedora en un ultramarinos que la mantiene a salvo de la agorafobia que padece. Pero entonces conoce a Eden, una pizpireta cajera a la que le arrebataron de forma trágica lo más valioso que poseía, y a Tom, el hombre que con su optimismo y amor por ella pone su mundo patas arribas. Y quizá la vida tiene guardado algo más para ella, tal vez todavía no ha llegado la hora de rendirse a la muerte…