En la España rural que asiste a su proceso de industrialización, Román Castalla ansía el éxito con su incipiente negocio de fabricación de textiles. En su ascenso se enfrenta a la envidia y la codicia de los industriales dominantes que, de un modo caciquista, controlan la producción. Castalla, hombre analfabeto pero con “vista de águila” para los negocios, inicia así un ascenso marcado por el recelo de los demás en uno de los momentos más convulsos de la historia, al estallar la Gran Guerra. En su viaje Castalla además transforma a su pueblo, Troya de la Sierra, cuna de un caciquismo empresarial, y nido de celos y animosidad, acelerando la conversión de su población del campesinado al obrerismo, un momento crucial de nuestra historia.