Aunque a algún lector ocasional pueda parecérselo, el mundo mental en el que se mueve Antonio Gala no es de ninguna manera caótico. Todo lo contrario. Por debajo de la aparente diversidad, la insistencia en ciertos temas, en determinados motivos, indica una organización mucho más unitaria de lo que pudiera imaginarse. El mundo de Gala es sentimental: sus ideas no son abstractas, puramente lógicas o científicamente descarnadas, sino humanamente sentidas. (De la Introducción de Andrés Amorós)