Resumen

Según Marcus Chesney, los testigos oculares nunca resultan fiables. Las personas siempre son incapaces de relatar con precisión lo que acaban de ver. Para demostrar su teoría, Chesney organizó una pequeña representación teatral. Delante de un grupo de espectadores, se sentó tranquilamente en su despacho. Al momento, un siniestro fantoche entró en la estancia, se acercó a él y… ¡lo asesinó! Los sospechosos son los testigos; cada uno de ellos puede servir de coartada a otro. Por lo tanto, nadie puede haber asesinado a Marcus Chesney. Entonces, ¿por qué está muerto? Se necesitará a Gideon Fell para desentrañar el misterio en este clásico de la Edad de Oro.

1 Críticas de los lectores

10

Una obra maestra de la literatura clásica negra.

hace 13 años