¿Qué sucede a los padres, hijos, amigos y amantes de aquellos que renuncian a la vida? Un profundo testimonio sobre la culpa y el dolor más inexpresable.
«Cuando vuelvas yo ya no estaré.» Son las últimas palabras que Matteo B. Bianchi oye en boca de S., poco después de separarse tras siete años de noviazgo. Parecen banales, pero son una despedida definitiva. Apenas unas horas después, al regresar a casa, Bianchi encuentra su cadáver.
Por lo general, la literatura ha abordado el tema del suicidio desde el punto de vista de los que se quitan la vida, sin prestar atención a sus seres queridos, «supervivientes» sumidos en una vorágine de rabia, culpa y vergüenza. Ahora Bianchi es uno de ellos. Tras acudir a psiquiatras, visitar a videntes e intentar buscar consuelo en los libros, el autor descubre una verdad incómoda: quienes sobreviven no cuentan con un lenguaje apto para verbalizar su experiencia. Nadie puede comprenderlos. Así que toma apuntes, primero de memoria y luego por escrito, para dar forma a su dolor. El resultado es este libro, parte diálogo íntimo con S., parte recuento de un amor magnético y difícil entre dos hombres de edad, origen y temperamento distintos.
Durante más de veinte años, Matteo B. Bianchi ha buscado la distancia justa y las palabras adecuadas para escribir La vida que nos queda, novela autobiográfica y autopsia literaria que —consciente de la gravedad de lo que cuenta— logra extraer belleza, sentido y humor de una experiencia tan espeluznante como silenciada.