Todas las chicas sueñan con besos prohibidos. Como el que recibió Helena esa Nochebuena, en el jardín de un convento parisino bañado por la luna. Aunque sorprendida y enfadada, el gesto de ese inglés desconocido le había resultado increíblemente romántico. Los años han pasado, y Helena se ha convertido en una mujer hermosa y refinada, rodeada de pretendientes atraídos por su belleza y por su dote.