El narrador es un joven de Leningrado, de 26 años, que en 1975 forma parte de un grupo de disidencia contra el régimen totalitario. Con el proyecto de escribir unos textos sobre los usos y costumbres locales, se desplaza a la región de Arjánguelsk, al norte de Rusia, cerca del Mar Blanco. Allí se centrará en Mirnoie, un pequeño pueblo en el que sólo quedan ancianas con hijos y maridos muertos en la II Guerra Mundial, y Vera, una mujer que hace 30 años que espera el regreso del joven soldado al que ama. Fascinado por esta mujer, el joven narrador irá descubriendo un mundo de pueblos abandonados y casi muertos en el que el tiempo parece no existir, e intentará descifrar el carácter de Vera, el por qué de aquella vida resignada y aparentemente absurda. El principio de la novela me resultó extraño, me costó entrar en ella, pero al final la historia me acabó gustando. Muy interesante ver cómo el narrador va cambiando su visión de Vera y de su mundo. Es una narración tranquila y bella, con muchas descripciones de la naturaleza, aunque el desenlace del libro tiene algo más de emoción. Bueno.
hace 8 meses