«Yo, Tecuixpo Ixtlaxóchitl, la noble doncella, fui la única hija legítima del emperador Moctezuma. A la muerte de mi padre fui elevada al rango de emperatriz de los aztecas. Odié a los españoles y luego los amé. Desprecié a su Dios y luego creí en él. Un terremoto de cambios derrumbó mi interior, pero supe construir algo hermoso sobre esas ruinas. Entonces nació Isabel de Moctezuma y, con ella, una nueva esperanza para muchos que se habían perdido a sí mismos en las tinieblas de lo desconocido».
José Miguel Carrillo de Albornoz ha novelado con gran maestría la vida de su antepasada doña Isabel de Moctezuma, una mujer que nació princesa, fue dos veces emperatriz por sus matrimonios con Cuitláhuac y Cuauhtémoc, los dos sucesores de Moctezuma, y se convirtió en la madre del mestizaje hispano-mexicano. Tras la conquista tuvo una hija con Hernán Cortés, a la que repudió, y seis hijos de sus matrimonios con Pedro Gallego de Andrade y Juan Cano de Saavedra. Reina sin trono tras la caída del imperio azteca, acabó sus días como la señora más venerada y respetada del México virreinal. Su recuerdo es una leyenda que aún hoy perdura en la memoria de los mexicanos.