«No quiero que vengas», escribe el joven Edmund Hooper en una nota para Charles Kingshaw. Pero Kingshaw y su madre, ama de llaves, ya han tomado la decisión de trasladarse a vivir con Hooper y su padre en Warings, una fea y aislada casa victoriana en el campo. Kingshaw es sensible, amable y débil, y se sabe en terreno extraño. Hooper es astuto, manipulador y bravucón, y para él, el hijo de la ama de llaves, Charles Kingshaw; es un intruso, alguien a quien perseguir constante aunque sutilmente hasta hacer de su vida un infierno; enseguida, se da cuenta de que el más minúsculo y ordinario objeto en manos de Hooper puede convertirse en algo terrorífico… En el bosque de Hang Word, por un breve lapso de tiempo, sus papeles se invertirán, pero Kingshaw sabe que Hooper nunca lo dejará en paz, que no podrá ganar, no sin un último y definitivo golpe de suerte… Hooper también lo sabe. Lo peor está por venir…