Deborah y su hija Grace regresan en coche a su casa en las afueras de un pueblo de Nueva Inglaterra. Es noche cerrada, está lloviendo y, aunque conducen despacio, no les da tiempo a reaccionar cuando un hombre aparece de repente en medio de la carretera. Deborah llama rápidamente a la policía para pedir una ambulancia y luego, en un impulso, decide que Grace se vaya a casa. Cuando más tarde le toman declaración, todos dan por supuesto que Deborah conducía y ella calla: jamás confesaría que era su hija quien iba al volante. Hasta esa noche, Deborah Monroe siempre creyó que todo en su vida estaba bajo control. Sin embargo, ahora empieza a darse cuenta de las fisuras que se han abierto en los últimos tiempos: un divorcio que aún no ha superado, la sobreprotección que ejerce sobre sus hijos, un padre con una depresión que ella hasta ahora no había percibido Pero, sobre todo, la constatación de que ella misma ha sido incapaz de pedir ayuda cuando más la necesitaba. Cuando la investigación se complica, cuando el «secreto» que ambas comparten amenaza la relación entre madre e hija, llega el momento de corregir los errores del pasado para emprender un nuevo futuro.