Este libro está compuesto de un relato corto y cincuenta y ocho poemas todos bajo una misma visión, el amor universal que permanece más allá de todos los tiempos. Una lírica relajada y personal sin más pretensiones que la búsqueda de la identidad categórica en un mundo donde los valores se cuestionan a cada momento. Una lírica en la que la filantropía yacente da paso a la belleza artística. Mirando a Waterhouse revela en sus primeros veinte poemas el descubrir de un corazón joven y apasionado. La vivencia y el disfrute del amor maternal, el amor fraternal, la amistad y el surgir de los primeros deseos innatos en el ser humano, cubiertos de una filosofía de armonía y equilibrio sublime. Después de Waterhouse nos sumerge en un mundo de amores adultos donde la derrota y el júbilo juegan un papel sustancial dando lugar a la emoción más pura. La reinvención y el despertar del ser humano se abren paso en cada uno de los versos de estos poemas. El deseo y la pasión desatan ríos de palabras con o sin rima que conducen a un estado de esperanzadora reconstrucción engendrando un amor trascendental, más allá de la muerte. La dualidad se presenta en todo el libro: el gozo tras el dolor, el beso tras el rechazo, la esperanza tras el desamor, la vida y la muerte. Este libro pretende ser un bálsamo purificador en el que el amor es la mejor medicina para las frustraciones que subyacen en una sociedad más hostil que altruista.