Una exhaustiva aproximación al proceso de nacimiento y desarrollo de la psique desde el punto de vista de la zoología.
Desde el polvo, paso a paso, subiendo penosamente en el escalafón trófico, la materia evoluciona, cambia y muta, hasta un punto crucial; el punto exacto en el que lo inerte alcanza su forma definitiva, esto es, ese espacio liminal en el que adquiere el transformador don del mitológico fuego de Prometeo: el abismal paso del no ser al ser, esto es, LA VIDA.
Sin embargo, ¿es el proceso natural que nos permite subir ese alto escalón que separa el árido mundo mineral de la elevación casi divina que representan los primeros animales unicelulares, el más trascendental en este fluir continuo? Por supuesto que no, acertadamente, el autor nos guía de forma magistral hacia el salto evolutivo aún más determinante: aquel que establece la aparición del sentido de individualidad, el concepto de ser y saber que se es, el primigenio despertar de la consciencia.
Eslabón a eslabón, etapa a etapa, somos testigos de la aparición del factor determinante del origen del yo como entidad: el nacimiento del sistema nervioso y su desarrollo como mecánica compleja, que poco a poco, pasará de ser un instrumento unidireccional de reconocimiento de estímulos externos, a una gran estructura heterogénea que no sólo permite ser objeto pasivo de recepción, si no también elemento activo de interpretación y respuesta a esos mismos estímulos. Asistimos aquí, a los pródromos de la mente, cuyo recorrido, progresivo y ascendente, es minuciosamente analizado hasta alcanzar su cénit: los mamíferos superiores, el orden de los primates, de la familia de los homínidos del género Homo, en nuestro caso sapiens; lugar dónde taxonómicamente nos encontramos.
Filosóficamente, ¿podemos referirnos a este ensayo como un estudio, desde el punto de vista biológico, del nacimiento de la psique? Quizá es mucho más que eso. Peter Godfrey Smith nos orienta, siempre bajo un prisma empírico, a través de los espinosos caminos que conducen al sentido científico de la existencia: el surgimiento, para los metafísicos, del alma, o en este caso, del “anima”, es decir de ese concepto abstracto que une, como un puente, nuestros pies de grosero barro, con los etéreos y resplandecientes cielos de la divinidad obligándonos a admitir que ese inapelable sentido de superioridad humana, no es más que estadio natural alcanzado a costa de un continuo ensayo/error determinado por la casualidad, que nos permitió alcanzar la cumbre a costa de descansar sobre los abandonados huesos de todos aquellos seres que nos precedieron. Fascinante (José Mª Durán, 12 septiembre de 2024)
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