El autor de este libro afirma que quien sostenga que ha visto extraterrestres, ha hablado con ellos o tiene confirmación de su existencia por medios desconocidos, y se permita ilustrarnos sobre sus rasgos físicos y su temperamento, como si de perros o gatos se tratara, es un desvergonzado, un alucinado con afán propagandista o un engañabobos acostumbrado a aprovecharse de los necios.