Tercer y último libro (de momento) de la trilogía de Héctor Salgado.
En Hiroshima, en días previos al lanzamiento de LA bomba, se ubica el argumento de una novela breve que termina con dos amantes entrelazados en un abrazo letal. En esta postura aparecen dos jóvenes, en el sótano de una casa abandonada, siete años después de ser asesinados a golpes. En el piso superior, alguien con artístico talento ha pintado un enorme mural que rememora la catástrofe nuclear. Casualmente, Hiroshima se llamaba también un grupo musical formado por una de las víctimas y algunos amigos, uno de los cuales intentó suicidarse en dos ocasiones tras la desaparición de la pareja. La otra víctima tuvo como profesor al autor del relato sobre Hiroshima que cito al principio. El inspector Salgado y su equipo se verán en la tarea de resolver este curioso caso, donde los hechos se mezclan también con algún que otro secreto de familia.
Como no podía ser de otra forma y siguiendo en el eje central de la trilogía, de modo paralelo continúa la investigación sobre la desaparición de la exesposa de Héctor, con datos nuevos y giros sorprendentes.
Como trama, es la más elaborada de las tres novelas, aunque en las últimas cuarenta páginas tuve la extraña sensación de que el autor improvisaba un poco sobre la marcha y luego intentaba explicar el porqué de tanto embrollo creado. Me sobraron tanto rizo por rizar y algún que otro personaje a cuya presencia no hallé sentido.
Por lo general, buena trilogía, (la recomiendo) un retrato impecable de cada personaje como protagonista-entre-protagonistas, (gracias a una magistral subjetividad del hablante en tercera persona), una sincronía calculada al milímetro de los casos policiales paralelos que acontecen en cada libro, y el reflejo crudo y fiel de una civilización en la que se concluye que todos, al final, estamos solos.
hace 3 años
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