En el interior de una máscara funeraria del Egipto helenístico, en poder de un coleccionista alemán, se esconde un papiro del siglo I a.C. de incalculable valor histórico. El rollo contiene el principio de una obra, hasta entonces perdida, de uno de los geógrafos más importantes de la antigüedad, Artemidoro de Éfeso, que incluye un mapa de Hispania -descrito e ilustrado- único ejemplo de su género que ha llegado hasta nuestros días. Por motivos desconocidos el trabajo de Artemidoro quedó interrumpido. El papiro, antes de quedar atrapado en la máscara de catón piedra, fue utilizado como cuaderno de dibujo en un taller artístico de Alejandría. Así, la obra geográfica de Artemidoro quedó invadida por dibujos y esbozos de animales reales e imaginarios, cabezas de dioses y estudios anatómicos. Esta es a grandes rasgos la azarosa peripecia que el autor utiliza como fuente de inspiración para urdir un relato de recreación, enmarcado geográficamente por Éfeso, la Roma republicana, Hispania, la Alejandría de Cleopatra y el mar Mediterráneo. La verdad humana y poética se funden aquí con el rigor de la reconstrucción histórica configurando una narración apasionante.