Al saber que nuestra extinción como especie no es un hecho hipotético ni ficticio, el cuidado de nuestro verdadero hogar, la Tierra, no es ya una cuestión de ecologistas convencidos y comprometidos, sino un acto de supervivencia.
Salvar el planeta y salvarnos a nosotros mismos pasa, entre otras medidas, por modificar nuestros sistemas de producción, es decir, por regresar a aquella otra agricultura, a la de nuestros mayores, a la de nuestros ancestros.
Desde hace décadas y en distintos países, algunas pequeñas comunidades han retornado al cultivo tradicional, a la huerta. Por paradójico que parezca, para sus miembros el pasado es semilla de futuro y la ralentización del mundo que unos pocos nos han impuesto la única vía de progreso. Estos son algunos de los mensajes de «La huerta», de cada uno de sus diálogos y viñetas.
Para evitar nuestra extinción es necesario que paremos en seco y que miremos atrás. No hay futuro sin pasado, no hay presente sin un cambio, y en ocasiones, como sucede a los protagonistas de «La huerta», el cambio viene precedido de la unidad y de la oposición al poder establecido.
Reseñar u opinar sobre un libro que es sencillo sólo en apariencia es un trabajo difícil para cualquier lector. «La huerta» es una pequeña historia gráfica que demuestra la existencia de otra agricultura, de un modelo productivo sostenible, de otro estilo de vida, pero en el fondo y en la forma es algo más profundo: empezar de nuevo o dejar de ser.
No ya como lector, como ciudadano desearía que mis hijos conocieran volúmenes de este tipo en el colegio. Es más, hubiese agradecido tenerlos a mi disposición, porque la verdad que se refleja en las páginas de «La huerta» no entiende de edades. Estoy seguro de que ellos y yo contemplaríamos el mundo de una manera más sensata y entenderíamos el valor del trabajo comunitario y de la tierra.
Desde sus viñetas, Rubén Uceda honra el pasado, dignifica el presente e intenta salvaguardar el futuro. En Piedralaves (Ávila) y en otros lugares de nuestra geografía lo hacen a todos los días. Te invito a leer su libro, pero sobre todo te invito a la siembra. (Jorge Juan Trujillo, 6 de abril de 2020)