Durante unas cuantas páginas, uno piensa que Gumucio al menos tiene un estilo digno de conocer. Intuye que le falta capacidad narrativa: demasiados sinónimos, redundancias innecesarias, situaciones que se cortan sin desarrollo. Sigue leyendo y entonces va descubriendo que el autor también es incapaz de crear una estructura solvente, que sus personajes se caen al tercer párrafo, que la superficie es su terreno y que jamás desciende a ninguna profundidad. Y todo tan inconsistente, tan pobre, tan inútil...
hace 6 años