Teo y Clamor son compañeros de juegos y estudios; apenas tienen, no obstante, nada en común. El primero se impone al otro con la natural crueldad adolescente con la que los espíritus fuertes dominan a los más débiles. Clamor es un soñador, un alma contemplativa, temerosa y sensible; Teo, en cambio, es un jugador que ve la realidad como un campo de fuerzas donde hay que apostar para ganar. Presa del miedo que le inspira el fuerte temperamento de éste, Clamor le sigue en sus correrías en un mundo que le es ajeno, y que tal vez acabe con él… Inevitablemente, el lector se preguntará si estos dos niños extraños no serán como el doble trazo del tirachinas, ese instrumento mitad arma mitad juego que inspira una inquietante peligrosidad.