Desde la penumbra de su habitación, Jorge Luis Borges dicta su último libro: un sueño lleno de castillos y laberintos, golems y crímenes infames, ejércitos de enanos y emperadores que mueren de melancolía. Zounek, un viejo enterrador del cementerio judío de Praga, evoca los extraños acontecimientos de 1609, cuando tenía dieciséis años y soñaba con asesinar a Rodolfo, en una ciudad enferma de fantasía y poblada por príncipes bastardos, doncellas ingenuas, campesinos utraquistas y hermanos moravos, nuncios del Papa, mujerzuelas, astrólogos geniales, charlatanes y alquimistas. John Dee y su manuscrito indescifrable, el desorejado Kelley, Octavio de Strada y su hermana Catalina o las poéticas intuiciones de Johannes Kepler también resuenan en esta narración polifónica, como un lienzo de Arcimboldo, que nos conduce por una apasionante aventura metafísica donde la única respuesta es no hay respuesta.