Juan Pertierra aprendió de su padre a escuchar el silencio, o al menos eso explica en su página web www.elsilenciosemueve.com. “Cuando el silencio encuentra a esa persona dispuesta a escuchar (…) le cuenta todo cuanto sabe y siempre dice la verdad”, le dijo. Es un estudioso del silencio y la gente acude, o más bien acudía, a él en busca de ayuda para resolver misterios hasta que un día no quiso escuchar lo que el silencio tenía que decirle y, mancillando el legado de su padre, se convirtió en “un ciego mirando al silencio”.
Cuando Liza aparece en su despacho pidiéndole ayuda para descubrir por qué desparece su hija, Lisa, no puede evitar sentirse intrigado. El caso parece sencillo: Lisa es una adolescente que desaparece de casa de vez en cuando, ¿una simple chiquillada? Lo curioso es que Lisa se va sin salir de casa, desaparece sin moverse de su habitación, “viaja en silencio” y “dibuja siempre lo mismo”. “Una casa, aunque cada vez le añade algo. Como si estuviera allí y quisiera acordarse de los detalles que descubre en cada nuevo viaje”. Lectura recomendada a partir de 15 años.