A mediados del siglo XIII a.C., Agamenón se hace con el trono de Micenas. Durante años se ha estado preparando para este momento, pero se encuentra con un reino que se ha ido debilitando, lo que aprovechan los dorios desde el norte para llevar a cabo incursiones cada vez más agresivas. Entonces, Agamenón se ve obligado a conquistar los reinos costeros del Golfo de Corinto para, de ese modo, detener la invasión doria y evitar la hambruna que éstos provocan con sus saqueos. Pero ésa es sólo una solución temporal; el verdadero enemigo se encuentra más allá del mar. Protegida por los vientos y las corrientes marinas, y apoyada por un poderoso comercio en el interior del continente, Troya estrangula económicamente a la Hélade. Varios años de bloqueo marítimo no han logrado doblegar la voluntad de Príamo, el rey troyano, y la diplomacia tampoco consigue resultados. Ante esa situación, Agamenón creará toda una red de intrigas que podrían enemistarlo con su hermano, destruir su reinado y hasta acabar con Ifigenia, su propia hija, con el único fin de destruir Troya y acabar para siempre con su amenaza.