Cuatro relatos que merecen la pena degustar. Todos tienen en común el tema del sexo y por supuesto, la rica prosa de Dahl. De los cuatro, me quedo con El Visitante y El Gran Cambiazo, los cuales están repletos de un humor inteligente que logra lo necesario: que no puedas dejar de leer hasta llegar al final. Sin embargo, El Último Acto supone un cambio radical ya que se muestra la dureza que supone la vida de una viuda, con un final nada agradable. Mención aparte para el Tío Oswald, personaje de lo más interesante del que cuesta separarse.
hace 6 años