Tener entre manos un libro de Wodehouse significa para mí humor asegurado, y es lo que de nuevo he encontrado en “El gas hilarante”.
En esta ocasión el protagonista es Reggie Havershot, un joven conde inglés que, como cabeza de familia, se desplaza a Hollywood al rescate de un primo descarriado, pero le esperan otras aventuras, ya que no solo se enamorará ciegamente, y nunca mejor dicho, sino que una especie de fallo cósmico hará que él y un niño estrella de cine intercambien cuerpos. El caos y el despropósito serán inevitables.
Reggie se enfrentará a muchos problemas inesperados en el cuerpo del chico, y este utilizará el cuerpo adulto del inglés para vengarse de sus enemigos, a costa de la reputación del aristócrata, con lo que los enredos y las situaciones cómicas se suceden sin tregua. Wodehouse vierte una mirada irónica, no solo sobre la aristocracia inglesa, sino especialmente sobre la glamurosa industria del cine de los años 30 del siglo XX.
Con muchos y divertidos personajes y situaciones, Wodehouse nos deleita con otra de sus rocambolescas y amenas novelas cómicas, y aunque Bertie y su infalible Jeeves siguen siendo mis personajes favoritos del autor, también he disfrutado de “El gas hilarante”.