Margarita, escritora de éxito, vuelve a su ciudad natal para vaciar la casa de sus padres, un piso de los años 60 en un barrio obrero. Mientras, los medios de comunicación retransmiten la exhumación del cadáver de Franco, que marcó la vida de tantas generaciones de españoles. De las cuatro personas que vivieron en la casa, solo queda Margarita. Su abuela, su madre y su padre han ido muriendo por ese orden. Es hija única y debe realizar la tarea ella sola. Ni su marido ni su hijo la acompañan en ese viaje tan extremo que es el de recorrer los vacíos personales. Los olores que aún permanecen en la ropa, el sabor de la quina Santa Catalina, los viejos pasaportes, los libros... la van transportando a diferentes momentos de su pasado vividos en el piso. Los reproches a sí misma y a los fantasmas de los muertos que viven en su memoria se mezclan con la historia en la que se enmarcan su vida y la de su familia: una abuela que vivió todas las guerras del siglo, una madre y un padre que se criaron en una posguerra castradora de sueños; y ella, la protagonista y narradora en primera persona, que tenía trece años cuando murió el dictador. Sus recuerdos llenan la casa vacía, y a través de ellos entiende mejor las actitudes de su familia y de ella misma hacia todo lo que estaba pasando en aquellos años de la Transición.