Lucio Battistini tiene una vida perfectamente normal: un trabajo, un equipo de waterpolo al que entrena dos días a la semana, dos niños y una esposa a la que ama profundamente… Pero que lo echa de casa cuando descubre que la ha estado engañando con otra mujer. Se instala temporalmente en la panadería de su suegro en Roma, y es entonces cuando su amigo Fritz llega a visitarle, sin la intención de abandonarle. Mi amigo Fritz es el nombre que Lucio le pone al cáncer que le da sólo tres meses de vida. Lucio decide así vivir sus últimos cien días a fondo. Saborear cada bocado de su vida y hacer ver a todo mundo lo feliz que ha sido a pesar de todo.