Durante los últimos tres años Jon Ronson no ha parado de viajar para reunirse con personas que se han visto expuestas al escarnio público. Los humillados son personas como cualquiera de nosotros que un día, a través de las redes sociales, hicieron un comentario desafortunado o un chiste que resultó malinterpretado.. Una vez que su pifia sale a la luz, la indignación general, en esas mismas redes sociales, cae sobre ellas con la violencia de un huracán y, en menos que canta un gallo, una turba enfurecida las destroza, se mofa de ellas y las demoniza hasta hacerles perder el trabajo y cambiar por completo sus vidas. El escarnio público ha renacido y recorre el mundo. La justicia ha sido democratizada. La minoría silenciosa empieza a manifestarse en voz alta, pero ¿qué dice todo ello de nosotros? Destacamos los defectos de los demás de manera implacable, definimos los límites de la normalidad echando a perder las vidas de aquellos que no se ciñen a las reglas. Estamos usando el escarnio (y la vergüenza) como una suerte de control social.