Con su arma infalible, mezcla de ironía y mala leche, gamberrismo y caballerosidad, retranca gallega y formalismo de corbata, el cómico Miguel Lago afronta sin concesiones, hablando claro, esos momentos estelares de la vida cotidiana: cambiar pañales, intentar darse de baja en una compañía telefónica, el karaoke, las extraescolares de tu hijo, jugar al fútbol, aguantar a una madre enfadada…