En su particular recuperación del personaje de Fedra, tal y como aparece en el "Hipólito" de Eurípides, Mayorga concilia tradición y vanguardia en un texto que construye su trama con los elementos básicos del relato original. La reescritura del mito recupera sus resonancias trágicas, concentradas en el conflicto libertad/facticidad: lo inexorable de la condición humana, la fuerza de la pasión irrepremible, la fatalidad, el destino, la responsabilidad, la culpa, son planteamientos y cuestiones centrales en la obra. Pero el antiguo mito se renueva en el drama moderno, sin coros ni dioses, con la sola presencia de unos personajes que se debaten en la tormentosa angustia de vivir.