En una ciudad arrasada por los bombardeos aliados una noche de 1944 o 1945 podían morir más civiles que soldados en una batalla que durase semanas. Al final de la Segunda Guerra Mundial los muertos debido a los bombardeos sumaban cientos de miles de personas. Ninguna ciudad importante de Londres a Moscú y de Nápoles a Varsovia se libró de la muerte que caía del cielo.