La sociedad establece los medios para categorizar a las personas y a sus atributos corrientes y naturales. Al encontrarnos frente a un extraño, las primeras apariencias nos permiten prever en qué categoría se halla y cuál es su «identidad social». Este puede mostrar ser dueño de un atributo que lo diferencie de los demás y lo convierta en alguien menos apetecible. Dejamos de verlo entonces como una persona total y corriente para reducirlo a un ser inficionado y menospreciado. Un atributo de esa índole es un estigma, en especial cuando produce en los demás un descrédito amplio. La familiaridad de Goffman con el trasmundo de los «desviados» ya puesta de manifiesto en Internados, sumada a su desmenuzamiento del juego social tal como se nos dio a conocer en La presentación de la persona en la vida cotidiana, confluyen en esta tercera obra de no menores dotes que presenta nuestra editorial, un estudio psicosocial de los «anormales» de los que portan la marca diferenciadora del estigma.