Debo reconocer que es un libro tan adictivo como el primero. Aunque volvemos a más de lo mismo (con algunas variantes por supuesto), es muy difícil detener la lectura y no saber de inmediato qué va a pasar en el próximo capítulo. El lector ya conoce a los personajes y ya ha sufrido con ellos, por lo que los nuevos acontecimientos tienen un efecto más potente. Sin embargo, el punto negro sigue siendo Katniss, el personaje principal. Como heroína de la saga, hasta el momento deja bastante que desear, se comporta como una niña malcriada que ni siquiera piensa en las consecuencias de sus actos y a quienes puede herir, su accionar es tan ambiguo que llega a dar rabia, un día piensa enfrentar las cosas de una manera y al otro día quiere enfrentarlas de una forma radicalmente opuesta; si a estos cambios de opinión que no tienen una verdadera convicción de fondo, sumamos que en cada uno de ellos arrastra a uno u otro de sus dos nobles pretendientes, con el consiguiente daño que les provoca, realmente dan ganas de darle una buena sacudida.
Considero lo anterior tan importante porque si bien la historia se sustenta en una profunda crítica a los sistemas políticos opresores, la historia de amor que se teje en la trama es el “gancho” que, en definitiva, es el que permite que el relato se desarrolle: si no hay “amantes trágicos del Distrito 12”, no hay juegos ni novela.
Al igual que en el libro anterior, la lectura mejora ostensiblemente cuando comienzan los juegos, los que esta vez tienen un final bastante diferente, aunque un poco predecible.
hace 12 años
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