Existe todo un empeño por parte de los fabricantes de software en ocultar como funcionan realmente los ordenadores. Las metáforas visuales, las interfaces gráficas simplifican el uso de los PC, pero al precio de que se viva la tecnología como algo mistificado, mágico, sin conexión alguna entre causas y efectos. Por el contrario una corriente que se remonta a los orígenes de la informática personal y a las primeras comunidades de hackers nunca ha dejado de usar la interfaz de la línea de comandos. No por un empeño nostálgico, no por una presentación elitista, sino por un deseo de libertad, de no renunciar a la creatividad contenida en la producción y modificación de los códigos.