Entre los sobrevivientes se desató una guerra de todos contra todos. Los vencedores rediseñaron el mundo según la regla de La diferencia absoluta que dice: “¿Para qué sirve ser millonario si uno no puede gobernar los acontecimientos más importantes de su vida: la reproducción y la muerte?”. Ahora el dinero realmente hace la diferencia: la ventaja de ser millonario no se limita a la posesión de bienes materiales. Los ricos no corren riesgos, adoptan a sus hijos de extensos catálogos de recién nacidos y disfrutan de largas vidas al liberarse de sus cuerpos y conectar sus cerebros a “películas de vida”: una interminable sucesión de aventuras violentas y sexuales.